Afortunadamente, todo parece indicar que el Presupuesto de 2023 será el último presupuesto que elabore Sánchez. Y, es necesario trabajar duro para que así sea, porque la realidad es que España no soportaría cuatro años más de este despilfarro económico y moral al que Sánchez nos ha sometido tras su moción de censura para — según Pedro– dignificar la política.
La política no solo no se ha dignificado, sino que el objetivo de permanecer en el poder a toda costa ha cobrado una dimensión desconocida en la política española desde la Transición española. Gobierno con un socio antisistema 78, pactos despreciables con el golpismo, y el entorno al que pertenecía ETA, colonización de todos los resortes de poder posibles, gasto desmedido y desordenado para arrastrar votos y pérdida de toda responsabilidad de Estado y todo ello con un único objetivo: la permanencia de Sánchez en la Moncloa.
Llega octubre de 2022 y con él la presentación de lo que serán los últimos Presupuestos Generales del Estado que han respondido punto por punto (o libro por libro, para ser más correcta) a ese esquema mental del sanchismo.
Es innegable al sentido común que Sánchez se ha encontrado con una legislatura difícil de gestionar, con una pandemia nunca vivida en época moderna y con la invasión de Ucrania por parte de Putin.
Sin embargo, también es innegable a la luz de los datos que su forma de gestionar tanto la pandemia, como la pospandemia, con una galopante subida de la inflación que empezó mucho antes del conflicto, como la gestión económica asociada al conflicto, han sido muy deficientes.
Tanto, que España tiene el dudoso honor de encabezar todos los rankings en negativo y eso lo sabe tanto Sánchez como cada vez un número más importante de españoles. Varios estudios concluyen que si cruzamos los datos de fallecidos por el COVID con la gestión económica y la legal, España fue el país que peor gestionó la pandemia.
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Los datos son muy clarificadores: 1.700 fallecimientos de más por millón de habitantes, una caída del PIB de un 12% y un instrumento legal como fue el Estado de alarma declarado inconstitucional por el Tribunal competente desnudaron la realidad de la gestión sanchista del COVID.
La gestión de la etapa pos-COVID no ha sido mejor: Nuestro país tiene la peor recuperación económica de todos los países de la UE (todavía no hemos recuperado lo que perdimos en el COVID, por mucho que la vicepresidenta Calviño se empeñe en que tenemos un “crecimiento robusto”). La deuda sigue en niveles inaceptables, el gasto público hinchado con unos subsidios pésimamente dirigidos, y la eficiencia del Gobierno no ha dejado de empeorar desde que se fue Rajoy.
Otro capítulo que merece una reseña aparte son los fondos europeos cuya ejecución está siendo muy baja, por la excesiva burocracia con la que han sido diseñados desde
El Gobierno, tanto es así que hay empresas que han renunciado a fondos por la imposible maraña de gestión que conllevan.
Y por último, llegamos a la gestión económica tras la invasión de Ucrania, que está siendo ineficiente e injusta, especialmente para las clases medias y para las economías con más necesidades. La inflación es el “impuesto camuflado” que más golpea a los que menos tienen. Se encuentran de repente con un poder adquisitivo que se ha reducido de manera muy significativa y con el que su poder de compra se ve menguado hasta el punto de que España es el segundo país de la OCDE donde más ha caído el ingreso real per cápita.
Ya ven, esto no son afirmaciones gratuitas y demagógicas del mantra de la oposición de #LoMalQueLoHaceElGobierno sino datos contrastados y comparados de cómo lo han hecho en otros países y cómo lo ha hecho el Gobierno socialista español.
Cerramos el círculo con la desbocada carrera de subida de impuestos emprendida por el Gobierno. Los impuestos han subido en 42 ocasiones hasta el mes de agosto. Es imprescindible comentar el contexto en el que esto se produce: una recaudación récord, debida a esa galopante inflación.
Ello conlleva que el Gobierno recauda mucho más en una especie de círculo vicioso para el ciudadano y virtuoso para el Gobierno.
Y me explico, al ser las cosas más caras, y los impuestos suponer un porcentaje, a mayor cantidad gastada por el ciudadano, más impuestos se recaudan. Eso, traducido a euros, supone que el Gobierno tiene un exceso de recaudación a día de hoy cercano a los 30.000 millones de euros.
Pues bien, para el gobierno socialista no es suficiente y se han anunciado nuevos impuestos para aplacar la voracidad de la gestión sanchista SIN que eso conlleve ni siquiera la más mínima intención de ahorro/contención por parte de un Gobierno claramente sobredimensionado.
Porque digo yo, lo mínimo de lo mínimo que se debería autoexigir este Gobierno es un poco de ejemplaridad. La realidad es bien contraria: 22 ministerios y 1123 asesores (un 37% más que con el gobierno del PP). Todo ello da buena cuenta de que esto de la contención en un momento en el que un 45% de los españoles tienen problemas para llegar a fin de mes no va con ellos.
Sumemos a eso, querido lector, algo en lo que usted ya habrá reparado: ¿se ha dado cuenta de que no hay franja horaria en la televisión en la que no haya anuncios de bombo del Gobierno? Pues esto también tiene un coste, y prepárese para el bombardeo del 2023, pues se han previsto 158 millones de euros para el año que viene, con campañas que serán tan ridículas como la de este verano con los cuerpos normativos de doña Montero Irene, en el que a una señora sin pierna le colocaron una, porque no les quedaba suficientemente normativo. Pero claro, a usted, lo que le dicen es que nuestros impuestos van a sanidad y educación.
Un gobierno responsable tendría tres ejes de actuación para el Presupuesto del 2023: orientar el Presupuesto al crecimiento económico, aliviar la situación complicada por la que están pasando las rentas bajas y las rentas medias y ofrecer un mínimo de esa
Ejemplaridad en su actuación cotidiana. Pues bien, es triste decir que ninguno de esos objetivos se va a conseguir con las cuentas que el socialismo ha preparado para 2023.
Mientras, el partido político, que hoy aspira a gobernar España cuando se convoquen las próximas elecciones generales, no solo tiene críticas a este despropósito de gestión socialista, también tiene propuestas.
Las propuestas van enfocadas a los tres pilares que hemos comentado unas líneas más arriba: orientar mejor el crecimiento económico mediante reformas estructurales de nuestra economía y la necesaria reorientación de los fondos europeos y una bajada de impuestos que es selectiva y temporal.
Respecto a la protección de las clases medias y las bajas, la propuesta que Feijóo hizo ya en abril fue bajar los tramos medios e inferiores del IRPF para devolver a los españoles el esfuerzo que están haciendo por la desbocada inflación. En este mismo eje, la propuesta se complementa con la bajada del IVA al 4% de los productos básicos de la cesta de la compra.
Respecto a la ejemplaridad del Gobierno, qué menos que tener una mínima sensibilidad hacia la situación actual y comprometerse con una reducción significativa de asesores, altos cargos y propaganda.
Lamentablemente, lo propuesto por el equipo de Feijóo es lo contrario de lo que ha propuesto el gobierno socialista para este 2023. Si ustedes se preguntan por qué nuestro país encabeza los rankings económicos de los países desarrollados en negativo, la respuesta es clara: se están tomando medidas que agravan y empeoran el difícil contexto internacional y los Presupuestos para 2023 siguen esa misma senda. Así que crucemos los dedos o recemos (en función de las creencias de cada cual) para que estos sean los últimos presupuestos de este Gobierno ineficaz.