Los ciudadanos españoles, superada la larga etapa de la dictadura del general Franco, redactamos y aprobamos prácticamente por unanimidad la llamada Constitución del 78. Ese magnífico y necesario documento representó la apertura de puertas y ventanas para permitir la entrada de aire fresco y renovación de viejas atmósferas cargadas de odio, vicios, injusticias y profundas heridas de una cruenta guerra y cuarenta años de postguerra.
Todo en el mundo evoluciona y España ha progresado de forma espectacular desde aquel ya lejano 1978, los españoles hemos modernizado nuestra manera de vivir, adaptado las nuevas generaciones a la democracia, pero sobre todo al espíritu democrático, sabemos ya lo que es la paz, somos punteros en medicina, arquitectura, infraestructuras, comunicaciones y turismo. Pero sobre todas las cosas y avances, hay algo de fundamental, sin lo que todas esas bondades y esfuerzos no hubieran sido posibles, y ese algo es la Libertad.
Pero como todo también en esta vida, las ilusiones se desvanecen, la maquinaria se desgasta y los engranajes se deterioran y, porque no, en la gestión de la nación se han cometido bastantes errores, algunos de ellos garrafales.
Veamos: El desarrollo de las Comunidades Autónomas ha contribuido a mejorar enormemente la gestión territorial, el cuidado y el encanto de sus patrimonios y, hoy día, no hay ciudad o provincia en España que no luzca moderna y cuidada, limpia y acogedora al visitante con museos, historia, gastronomía, jardines y parques naturales. Por el contrario, esa gestión territorial ha requerido de unas competencias y un funcionariado autonómico y municipal que no solo ha multiplicado la dependencia social del erario público, pues eso son votos electorales, sino que a, en muchos casos, duplicados de forma inútil las competencias estatales, autonómicas y municipales.
Pero lo más grave se encuentra en la cesión de competencias, pues algunas son, no solo necesarias, sino también convenientes, pero se han concedido algunas eminentemente básicas para la normal convivencia de un país tan diverso, como por ejemplo la Educación, los Cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado, la Administración de Justicia, la Sanidad y otras con las que se ha abandonado en manos de los gobiernos autonómicos de turno la aplicación de dichos programas.
Ello es un extraordinario error porque sobre todo en el tema educativo y formativo, los valores en materias troncales como la cultura y la historia deberían impartirse y conocerse por todos los españoles como la verdadera sucesión de episodios nacionales hasta llegar hasta hoy, sean de donde sean los alumnos y a la comunidad autónoma a la que pertenezcan, pues al fin y al cabo son todos españoles. Y eso no se cumple.
Y todavía para mayor bochorno volvamos a analizar el escenario con un primer pero fundamental tema:
Una generación de privilegiados que han nacido y crecido en una vida de progreso y, por qué no, en una insospechada riqueza material y calidad de vida a costa del esfuerzo y las espaldas de sus padres, se encuentran los pobrecitos, contestatarios, injustamente tratados por el sistema, oprimidos y obligados a estudiar y a llevar una disciplina con la cultura del esfuerzo. Pues no. Se abandonan a ni trabajo ni estudio, que viva el botellón y la holgazanería, porque al fin y al cabo son dos días, la formación y el trabajo no es útil ni va con ellos; ahora eso sí, ropa de marca y móviles de última generación. Por favor. Qué menos.
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Y así nace Podemos, el neo comunismo ya históricamente fracasado y la vagancia.
Dicen que de esos polvos llegaron esos lodos y lógicamente a toda esa banda de saltimbanquis y charlatanes, vendedores de crecepelo, los sufrimos en el gobierno de la nación, se hallan sentados en los centros de poder y decisión y, me dirán los lectores qué pueden llegar a decidir. Acciones tendentes a la destrucción del sistema, del progreso y del bienestar con premios y galardones a la incultura y a la indocumentación.
Si hay que asaltar la Justicia, pues se asalta, si hay que derribar la monarquía parlamentaria, pues se derriba, si las enfermas feministas de pacotilla quieren llegar a sus casas solas y borrachas después de orinar en la calle, pues adelante; pero en coche oficial a mansiones obtenidas no precisamente con el esfuerzo de una cajera de supermercado venida por el arte de birlibirloque a Ministra, por supuesto con mi total admiración y respeto a los trabajadores de verdad en tantos lugares donde el esfuerzo es sobrevivir manteniendo a una familia.
Así anda vapuleada nuestra Constitución en donde se pretende que todo valga, que hay que hacer añicos nuestro valioso jarrón de porcelana, dilapidar todo lo que han heredado, y los que vengan detrás que apechuguen.
Ese es ni más ni menos el espíritu de Podemos. Quisimos poder, lo tuvimos, no pudimos y; que nos quiten lo bailao en castiza expresión.
Y a sabiendas de que me quedo muy corto en explicar la enorme robustez de nuestra Constitución, pues falta quizás analizar algunos de los temas más graves, dada la extensión que llevaría su desarrollo, con el permiso de los lectores lo voy a dejar aquí porque con una pizca de vanidad pienso que quizás el drama inacabado me ofrezca la oportunidad de escribir el resto con la benevolencia y posible interés de todas aquellas personas que todavía mantienen viva la esperanza y la energía de creer en España y su futuro con un nítido y luminoso horizonte.