Llevamos ya una larga temporada escuchando, aguantando y aceptando las moralinas de la izquierda más rancia y carca. Aquella izquierda que empezó “regalándonos cuotas» a las mujeres porque imagino que en su foro interno consideran que no somos capaces de lograr nada por méritos propios, y que ha acabado dejando en libertad a delincuentes sexuales que estaban cumpliendo penas de prisión.
La arrogancia, el sectarismo y la superioridad moral de la ministra de Igualdad y su cuadrilla los llevó a ignorar o menospreciar las advertencias del Partido Popular, CGPJ y expertos juristas que alertaban sobre las consecuencias nefastas que tendría la ley del “Solo sí es sí”, como finalmente así ha sido.
La humildad no parece ser un valor que practique mucho el gobierno de coalición de socialistas y extrema izquierda, empezando por el presidente, pues en vez de rectificar (que como dice el dicho, es de sabios) ante los graves resultados de la ley, han considerado más oportuno atacar y culpabilizar a aquellos que les advertimos de las consecuencias que tendría la ley o a los que tienen la obligación de implementarla. Atacar a la judicatura, fiscales, abogados y demás profesionales de la justicia, solo escenifica su poca catadura moral y pone en evidencia sus carencias intelectuales.
Es su modus operandi. Paso uno: meter la pata hasta el fondo. Paso dos: el ciudadano se enfada porque las consecuencias las sufrimos nosotros. Paso tres: culpar de los resultados a los que les advertían de lo que iba a pasar. Paso cuatro: incurrir en otro escándalo que tape el anterior.
La izquierda contra toda lógica ha logrado apoderarse de grandes causas como el feminismo y el ecologismo, y para ello son capaces de borrar la historia y acabar con la verdad. La primera ministra mujer, las primeras presidentas de Comunidades Autónomas, las primeras alcaldesas e incluso las primeras presidentas de las cámaras (tanto en el congreso como en el senado) fueron mujeres del Partido Popular, y todas ellas lo fueron por su enorme valía personal e intelectual.
En materia ecológica más de lo mismo. Mientras tanto, desde la coherencia, el Partido Popular pide una transición ecológica basada en el sentido común, sin perjudicar a las clases medias y bajas, con propuestas como la bajada del IVA de la electricidad, aumentar las reservas de gas para el invierno que ya nos acecha, medidas de protección para una pesca sostenible, entre otras muchas. Incluso se buscó consenso con otras formaciones para presentar la primera ley de Cambio climático, pero el Gobierno la tumbó.
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Otro ejemplo de su subida a la cúspide de la moralina: la educación. Ya no solo nos dicen a los adultos cómo y qué pensar. Se atreven a hacerlo con nuestros hijos, con el futuro de país. Obviando la gravedad de que quieren rebajar el nivel de excelencia, desterrar el esfuerzo y enseñar cada vez menos contenidos académicos, tienen además otro objetivo igual o más grave: inculcar a nuestros hijos cómo deben pensar y sentir para ser buenas personas. De nuevo la misma arrogancia al querer apartar a los padres de una de sus principales responsabilidades: la educación de sus hijos. Y también de nuevo el mismo sectarismo al no querer consensuar la ley con el principal partido de la oposición.
Y ahí siguen, en la cima de la montaña de las moralinas. Una montaña cuya cima está revestida de moquetas de terciopelo típico de la “gauche divine» (con la diferencia de que en la verdadera “gauche divine» de los sesenta, sí había intelectuales con currículos y vidas laborales con contenido). La montaña a la que me referencio está cimentada a base de mentiras que, tras repetirse, van calando, tweets de trols, y machaque en redes, con el beneplácito de muchos medios subvencionados por todos los españoles.
Sin embargo, la solución no pasa por situarse en el extremo contrario, intentando aprovechar los errores de la izquierda para inflamar el debate. No solo es peligroso, es contraproducente. Cuando en vez de poner en valor la judicatura, y hablar de la vida laboral de la ministra, algunos ponen el foco en su vida personal y su compañero de alcoba, se desvía la atención del debate sobre la gravedad de las decisiones tomadas por el gobierno y sus socios. Se aparta el foco de los presupuestos, de la eliminación de sedición y de las consecuencias de ley del “sí es sí”, y entonces los principales beneficiados son Irene Montero y Pedro Sánchez.
El gobierno del populismo cree que nos comeremos sus mentiras, agacharemos la cabeza frente a su arrogancia y nos olvidaremos de las graves consecuencias de sus errores. Pues yo creo que ya va siendo hora de decir basta a tanta infamia y mentira. Ha llegado la hora de otro tipo de política, que recupere el rigor y el consenso como elementos básicos a la hora de legislar.
La verdadera batalla de las ideas está en denunciar aquellas equivocadas o dañinas y en proponer alternativas, en contraponer la verdad a la mentira. Ese es nuestro deber y nuestro compromiso con los españoles.

Marta Giménez Arcusa, PTA del PP de Tarrasa y Jurista