¿Por qué los bolivianos volvieron a elegir al MAS de Evo Morales?

Según las encuestas a boca de urna, no será necesaria una segunda vuelta en Bolivia para definir quién será el nuevo Presidente del país andino. El ex ministro de Hacienda y candidato de Evo Morales, Luis Arce, habría logrado el 52,4% de los votos frente al 31,5% de su principal rival proveniente de la centroizquierda, Carlos Mesa.

Estos resultados se confirmarían el martes, sin embargo, Carlos Mesa ya ha reconocido un «contundente triunfo» del Movimiento al Socialismo (MAS): “La diferencia entre el primer candidato y Comunidad Ciudadana es amplia y nos toca, a quienes creemos en la democracia, reconocer que ha habido un triunfador en esta elección”.

No tuvo mayor efecto en la decisión de voto de los bolivianos que Evo Morales enfrente serias denuncias de pederastia y corrupción, así como tampoco sus pretensiones de perpetuarse en el poder.

El análisis fácil puede decir que el pueblo boliviano no sabe elegir, sin embargo se omiten las realidades de lo que representaron para Bolivia los 13 años de gobierno de Morales, sumados a al peculiar año de presidencia provisional de Jeanine Áñez.

El «milagro boliviano»

La realidad es que la gestión económica del gobierno de Morales muestra resultados diametralmente opuestos a los generados por sus socios Chávez-Maduro. Durante sus 13 años, el PIB per cápita se triplicó, el PIB neto creció de 9.000 a más de 40.000 millones de dólares, el desempleo pasó de 8.%1 a 4.3% la pobreza extrema cayó de un 38% a un 15%, se redujeron los niveles de inflación y las reservas del país crecieron.

Estos notables números podrán ser el resultado de una burbuja ficticia o de un programa económico pragmático, pero hasta el momento de su salida del poder en 2019 tras acusaciones de haber cometido fraude electoral, los resultados de facto para el pueblo boliviano eran positivos y estables.

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La victoria de Luis Arce no es muy difícil de explicar, pues precisamente en su rol de Ministro de Hacienda fue el principal artífice de este llamado «milagro boliviano».

Como reflejo de las contradicciones y complejidades de los modelos económicos, casi todos coinciden que este cambio en la dinámica económica de los bolivianos inició en 2006 con la nacionalización de los hidrocarburos. Sin embargo, no fue una expropiación en rigor, sino que se le confirió al Estado una mayor participación en la renta y las decisiones.

Luis Arce y el boom de las materias primas

El gobierno del MAS contó con mucha suerte debido al boom en los precios de las materias primas de vivió América entre 2005 y 2015. Diversas multinacionales suscribieron contratos con la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y se acordó un pago tributario entre el 50% y 85% del valor de producción. Un ejemplo de esto son las grandes cantidades de gas natural que exporta Bolivia a Brasil desde 2015.

A su vez, el empresario boliviano Juan Pablo Saavedra explica para Forbes: “Bolivia exporta zinc, estaño, oro, plata, por mencionar algunos. Todos esos minerales tuvieron un gran incremento de precio, eso hizo que el país tuviera grandes ingresos, por lo que hubo un gran movimiento económico con inversiones públicas y emisión de deuda”, agrega.

«A diferencia de lo que han hecho otros países como Venezuela, en Bolivia se ha sido más prudente. El milagro en todo caso fue la prudencia”, dice el economista Juan Antonio Morales, quien fue el presidente del Banco Central desde 1995 hasta mediados de 2006.

Diversos analistas coinciden en que el gobierno de Morales ha tenido una política fiscal y de endeudamiento más moderada que la practicada por otros gobiernos socialistas. Otro factor clave de este «milagro boliviano» ha sido la promoción del crédito y la paridad cambiaria entre la moneda boliviana y el dólar, lo que permitió que las exportaciones generaran un gran superávit comercial.

Todo esto no significa que el modelo boliviano no sea vulnerable, como lo es cualquier económico basado en altos niveles de comercio exterior. Argentina y Brasil buscan reducir su dependencia de Bolivia, mientras que el modelo boliviano no ha logrado desarrollar de forma sólida otras industrias diferentes a la exportación de materias primas.

Pese a esto y a los riesgos de estos modelos, la experiencia concreta del boliviana ha sido la de una mejora estable en sus condiciones de vida en los últimos 5 años. Mejora que inevitablemente asocian a los rostros de Evo Morales y al futuro presidente Luis Arce.

Jeanine Añez y la fragilidad de la democracia

En toda lógica, las condiciones materiales de vida no lo son todo. La moral de los gobernantes, las libertades civiles, la justicia y la armonía del sistema político son valores tan importantes como el PIB.

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A comienzos de 2016, Morales convocó un referéndum para eliminar el límite de reelecciones en la Carta Magna y así poder mantenerse en el poder.

51% de los bolivianos rechazaron esta propuesta, no obstante posteriormente el Tribunal Supremo Electoral determinó que prevalece un fallo del 2017 con el que el Tribunal Constitucional avaló el derecho a la reelección indefinida en virtud del artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Ignorando la voluntad popular, Morales se postuló a la reelección en 2019.

Luego de las elecciones generales de octubre de 2019, estalló una crisis política tras acusaciones de que Evo Morales cometió fraude electoral. Esto derivó en la renuncia de Morales y en que la segunda Vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez, asumiera como Presidente provisional, nombramiento que fue avalado por la corte constitucional de Bolivia.

Jeanine Áñez se comprometió a encabezar un gobierno de transición que culmine con celebración de elecciones en 2020. Y aunque no estuvo libre de numerosas críticas, así lo cumplió. Esto lo logró además con acciones consideradas como «frontales» y «radicales» por muchos tibios de la política latinoamericana, como ir contra los altos mandos militares cercanos a Evo Morales y promover enjuiciamientos contra el expresidente boliviano.

Pese a esto, los factores adversos al MAS nunca lograron algún tipo de unidad tanto a nivel electoral como para presentar un proyecto de país. Los bolivianos se decantaron por la certidumbre y la estabilidad del masismo.

De esta forma, todo resultó en un giro de 360 grados (volver al mismo lugar). Si bien lo ocurrido el último año deja claro que la plataforma de Evo Morales tiene numerosos contrapesos a su deseo de perpetuarse en la Presidencia, el regreso del MAS de la mano de Luis Arce a la Presidencia del país significa una nueva oportunidad de oro para los proyectos de la izquierda boliviana y sus socios en la región. Aunque a muchos disguste, el pueblo boliviano así lo prefirió.

Quienes se oponen a la izquierda desde los métodos democráticos, corren con la desventaja de que sus adversarios no suelen compartir este respeto por las normas institucionales. Cuesta creer que en una situación inversa, hubiese sido Morales quien convocara a unas elecciones para entregar alegremente el Ejecutivo a otro partido.

La fragilidad de la democracia reside en su complacencia con quienes no creen en ella.

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