Escrito por Ruth Goñi Senadora por Navarra SUMA
Navarra, históricamente, siempre ha sido peculiar, distinta y especial en cuanto a política se refiere.
Peculiar porque las visiones políticas en Navarra son tantas y tan variadas que podemos estar orgullosos de vivir en una tierra con real y auténtico interés por la política y la labor que se realiza en las Instituciones, cosa que no ocurre en otros territorios españoles.
Distinta porque hay navarros que realmente se sienten navarros y vascos y otros tantos o más que se sienten navarros. Todos ellos comparten la identidad navarra pero les divide esa posible integración con País Vasco. A esta dicotómica situación hay que añadir las diferentes sensibilidades que se encuentran en cada una de estas partes, partes desiguales en tamaño, que se subdividen a su vez en derecha/izquierda/centro/nacionalistas/terroristas/españolistas/etc.
Y especial porque los navarros inventamos la “resiliencia”, no me cabe ninguna duda. Los navarros llevamos 40 años sabiendo convivir con éxito en un entorno político muy hostil y muy complicado. Cualquiera se hubiera rendido o solo se hubiera adaptado. Y hubiese sido entendido por el resto, además. Los navarros no, los navarros hemos sabido adaptarnos y superar cada una de las difíciles situaciones políticas que nos han puesto por delante, las hemos hecho nuestras. Porque compartimos unas ideas mínimas de base, y las compartimos todos, esa ha sido nuestra fortaleza y lo que nos han servido para superarlo todo.
La Transitoria Cuarta
Ya desde las primeras fases de la Democracia tras la muerte de Franco, durante el periodo constituyente en España, en Navarra convivían y luchaban diferentes corrientes políticas con ideas muy distintas en cuanto a la identidad propia de Navarra y su integración junto con las tres provincias vascas en la futura Comunidad Autónoma del País Vasco o su no integración. En líneas generales, podríamos afirmar que las formaciones de izquierdas, incluido el PSOE, cuya rama navarra estaba integrada en el Partido Socialista de Euskadi, abogaban por la integración de Navarra como la cuarta provincia vasca, y los partidos de derechas apostaban por mantenerla como una Comunidad independiente y diferenciada del resto de las regiones españolas.
Esta foto se explica por esas diferentes posturas políticas previas de las formaciones políticas. Los socios de Alianza Popular en Navarra, Alianza Foral, estaba en contra de la integración de Navarra en el País Vasco, UCD coqueteaba con la idea sin llegar a defender esa integración, el PSOE vasco (con los socialistas navarros aún dentro) estaba a favor de la integración junto al PNV.
Te puede interesar
La introducción de la Transitoria Cuarta en la Constitución Española supuso una hábil herramienta en esa negociación, permitió al PSOE agarrarse a esa Disposición, a ese futuro referéndum para quedarse de perfil en el momento constituyente y no abogar por una postura concreta. Permitió a la UCD dar un mecanismo que en el momento apoyaba la diferenciación de Navarra y postergar, vía reférendum, esa identidad propia.
Y se desencallaron las negociaciones para la Constitución en lo que a Navarra se refería. Pero, aún con todo, hay que destacar la influencia que tenía el “vasquismo” en la Comunidad Foral puesto que esa Disposición Transitoria Cuarta procedía de la negociación que previamente se había celebrado en torno al borrador de Estatuto de Autonomía vasco.
La asunción de UCD de los postulados de los diputados navarros de esta formación en torno a la integración de Navarra en Euskadi llevó a incluir el referéndum en el Estatuto de Autonomía vasco y también en la Constitución Española a través de la Transitoria Cuarta.
Aquello que en su momento tuvo todo el sentido político y consiguió el consenso de las formaciones políticas de la época, con los años, se convirtió en la espada de Damocles que aún a día de hoy cohíbe y amenaza la identidad propia y real de Navarra, según los avatares políticos de cada momento.
La Constitución Española, junto con el Estatuto de Autonomía vasco son los dos únicos textos legales que todavía siembran la duda acerca de esa identidad propia y diferenciada de Navarra a pesar de que ya nadie a pie de calle pone en duda la entidad de la Comunidad Foral.
La mejor muestra de que esa espada de Damocles en aquella época no era tal amenaza, fue el propio referéndum que permitió aprobar la Constitución Española el 6 de diciembre de 1978. Mientras que en el País Vasco la participación fue minoritaria 44,7%, en Navarra la participación fue del 66% de los ciudadanos llamados a las urnas. Y de estos, el 75,7% votó a favor de la Constitución y tan solo el 17% votó en contra.
Amejoramiento
Pero la aprobación de la Constitución no calmó las aguas de la política navarra. Una vez cerrado el capítulo constitucional, llegó la hora de negociar el Amejoramiento del Fuero (la versión foral del estatuto de autonomía de Navarra), que tuvo lugar entre 1980 y 1982, año de su aprobación.
Eran tiempos muy convulsos en Navarra. La derecha estaba completamente fragmentada. Tanto que, incluso en la entonces hegemónica UCD se produjo una división y se formó un partido que estaba llamado a comandar el centro derecha navarro, Unión del Pueblo Navarro, que se oponía incluso a la posibilidad de celebrar un referéndum que permitiera la anexión de Navarra en Euskadi.
El PSOE navarro no se separó del PSOE vasco hasta 1982, una vez aprobada la Constitución y el Amejoramiento del Fuero. Eran tiempos convulsos para las formaciones políticas, para la política navarra y para Navarra. El nacionalismo vasco estaba en pleno auge y esto provocó que desde posiciones opuesta se continuaran ofreciendo cesiones para contentarlas.
Incluso en el texto más importante de la legislación navarra, el Amejoramiento del Fuero, se incluyó en la denominación oficial la palabra “Reintegración”, un sueño nacionalista que suponía sobre el papel que con esta Ley, Navarra recuperase los fueros con que contaba hasta la Ley Paccionada de 1841.
Los partidos no nacionalistas preferían la denominación de “Amejoramiento” que hace alusión a la mejora de los derechos forales que posee Navarra. Así pues, tras discusiones y negociaciones, se optó por la denominación Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra.
El uso habitual y la consideración social ha sido la encargada de despojar el término nacionalista de la denominación y a nivel popular tan solo se habla de “Amejoramiento del Fuero”. Una vez más, los ciudadanos, la sociedad, se ponen por delante de las instituciones y demuestran que las ansias nacionalistas tan solo se quedan en la retórica.
No obstante, a pesar de los importantes cambios políticos que se dieron en esos años de la llamada Transición Española, la izquierda todavía se mostraba dividida respecto a las relaciones entre Navarra y el País Vasco.
Así, durante el debate del Amejoramiento del Fuero en el Congreso de los Diputados, el socialista Gabriel Urralburu, declaró que “puede afirmarse con toda verdad que es una Ley perfecta y absolutamente respetuosa con la autonomía de Navarra. Y si eso aleja la posibilidad de incorporar a Navarra a la Comunidad Autónoma vasca, en todo caso debe atribuirse a la voluntad de este pueblo de Navarra y a la voluntad de sus representantes”.
Sin embargo, el poco sospechoso de nacionalista, el entonces diputado del Partido Comunista y padre de la Constitución, Jordi Solé Tura, consideró que “lo que estamos contemplando es un problema político, el problema de cómo resolver un contencioso plantado en Navarra, en relación con su integración o su no integración en la Comunidad Autónoma de Euskadi. (…) Entendemos que el problema actual es ver cómo conseguimos que eso quede abierto y se pueda resolver de una manera constructiva, sin tensiones suplementarias, sin ninguna laceración interna ni divisiones internas profundas”.
Quizá viendo esas posturas, podamos entender mejor lo que está sucediendo ahora, 40 años después, en Navarra y su Gobierno.