El presunto asesinato homófobo de la enfermera de 24 años ha desencadenado una ola de apoyo, y los activistas afirman que marca «un antes y un después» para el movimiento.
Poco antes de que Samuel Luiz fuera brutalmente golpeado hasta la muerte el 3 de julio, él y su amiga Lina hicieron una videollamada a Vanessa González. Eran las 2:45 de la madrugada y estaban en el paseo marítimo de la ciudad de A Coruña, en el noroeste de España. Los amigos le dijeron a González que se lo estaban pasando bien y que debería unirse a ellos la próxima vez que salieran. Todavía estaba en la cola cuando Luiz fue atacado, y escuchó cómo Lina describía a trompicones lo sucedido, desde el primer puñetazo hasta la brutal muerte a patadas de hasta siete personas.

«No puedo explicarlo, nadie puede explicarlo», dijo González a EL PAÍS el jueves, un día después de prestar declaración a la policía. «Era muy delgado, no molestaba a nadie. Nunca había sido atacado por nadie. Sólo le oí decir «por favor, por favor», pero siguieron y siguieron».
La policía sigue investigando el asesinato de la enfermera de 24 años: hasta ahora tres personas han sido enviadas a la cárcel y otras dos están en un centro de detención de menores. Los agentes creen que la agresión se produjo por un malentendido: uno de los agresores de Luiz pensó que le estaba grabando mientras hacía una videollamada. Sin embargo, González está convencido de que el asesinato estuvo motivado por la homofobia -ya que Luiz era gay- y los grupos LGBTQ+ de toda España están de acuerdo.
De hecho, Luiz se ha convertido en un símbolo de la lucha del movimiento LGBTQ+ por los derechos básicos, como el derecho a volver a casa con seguridad sin ser agredido, acosado o insultado. Según varios dirigentes de estas organizaciones, su asesinato marca un antes y un después para el movimiento LGBTQ+. Es un detonante del mismo modo que el tiroteo mortal de Trayvon Martin en Estados Unidos provocó el movimiento Black Lives Matter, o que el asesinato de Ana Orantes -quemada a fuego por su ex marido días después de que denunciara sus malos tratos en un programa de televisión- provocó una reflexión nacional sobre la violencia de género en España.
«Ha sacudido algo, es una especie de despertar colectivo en el que gente muy joven está diciendo que no va a aceptar más, que no va a tolerar otra agresión», dice José María Núñez, presidente de la ONG Fundación Triángulo, que defiende los derechos de las personas LGBTQ+. «Fue una especie de catarsis para nuestro mundo. No hay vuelta atrás. Esto es, en mi opinión, el colmo».
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Eugeni Rodríguez, presidente del Observatorio contra la Homofobia en Cataluña, coincide: «Hay jóvenes que salen del armario en pandillas, como en el caso de Samuel. Por eso el caso de este chico ha supuesto un cambio de paradigma, un antes y un después».
Difusión en las redes sociales
Los colectivos LGBTQ+ de Galicia fueron los primeros en sentir el efecto de esta onda expansiva. Xandre Garrido, de 29 años, coordinador de AVANTE LGBTI+ en Galicia, dice que supo inmediatamente que el brutal asesinato había cambiado algo. De repente, su Twitter se llenó de mensajes de personas LGBTQ+ que denunciaban la violencia que habían sufrido.
Un tuit decía: «Quiero disculparme por no haber hablado en su momento. Fui un cobarde y me quedé callado por miedo. Por desgracia, fui víctima de un ataque homófobo. Estaba rodeado de cinco personas, tres chicos y dos chicas. Se acercaron por detrás, me empujaron, me rodearon y los chicos fueron animados por las chicas a golpearme dos veces en la cara. Dijeron: ‘Que se joda la cabeza de ese maricón'».
Algunos de los mensajes se referían a agresiones pasadas, otros a casos más recientes. Pero lo significativo, según Garrido, es que tanta gente lo haya hecho público. «El asesinato de Samuel fue muy traumático para todo el colectivo. Destruyó nuestra sensación de seguridad. No significa necesariamente una vuelta al pasado, pero podría serlo. Depende de nosotros, y cuando digo nosotros, me refiero a la sociedad en su conjunto», afirma.
La creciente homofobia
Las últimas estadísticas del Ministerio del Interior muestran que los delitos e incidentes de odio registrados por policías y guardias civiles aumentaron un 6,8% en 2019, en comparación con el año anterior. Se denunciaron un total de 1.707 casos y, de ellos, 596 fueron por motivos ideológicos, 515 xenófobos y 278 homófobos, un porcentaje similar al de 2018.