La dolarización en Cuba es evidente. Miguel Díaz-Canel, presidente de la República de Cuba anunció la semana pasada que el Peso Cubano Convertible (CUC) dejaría de circular en la isla caribeña, dando paso a la unificación cambiaria en el contexto de una macrodevaluación que pondría la paridad cambiaria de la moneda cubana a una tasa de 24 pesos por cada dólar americano.
El peso cubano convertible circula en Cuba desde 1994, cuando posterior a la caída de la Unión Soviética cesan las ayudas financieras que reflotaban la fracasada economía planificada en la isla y se instala lo que se conoce como «el período especial.»
Peso cubano convertible: control de cambios antillano

Desde su entrada a la economía, el peso cubano convertible se convirtió en un instrumento usado por los comunistas cubanos para limitar y restringir el libre comercio de sus ciudadanos, al tiempo que otorgan prebendas a aquellos turistas con un sentido laxo de moralidad que desean vaciar sus billeteras entregándole sus divisas a un régimen esclavista que obliga a sus ciudadanos a lanzarse a un mar infestado de tiburones en busca de un mejor porvenir.
Anclado inicialmente a un valor arbitrario de un CUC por dólar, su aceptación, implementación y valor ha cambiado a las necesidades de financiación de los Castro y no ajustado a las necesidades de la población. Al igual que los bolívares venezolanos de la era chavista, el CUC sólo circula en Cuba. Objeto de medidas de incremento en su valor variables, el CUC le sirvió a los cubanos cual techo de vidrio, rotos los cristales no les queda otra a los planificadores antillanos que unificar la moneda y devaluar.
En octubre de 2013, La Habana anuncia que el CUC sería abandonado gradualmente y siete años después, Díaz-Canel, acompañado de Raúl Castro informan al mundo que Cuba entraría en el 2021 con una megadevaluación y unificación cambiaria.
Culpando a la pandemia, justificando la necesidad de actualizar reformas económicas y sociales, Cuba se enfrenta al 2021 en un mal momento: Caracas, la caja chica de los cubanos tiene sus propios problemas financieros.
Tempestad financiera
La devaluación del peso cubano, y su posterior anclaje a una tasa de cambio de 24 pesos por dólar supone un golpe duro para la población cubana que adquiere la mayoría de sus productos en moneda extranjera y los mercados negros. La administración pública tiene que lidiar con un aumento de salarios enorme, y la inflación consecuente hará que los precios en la isla se disparen.
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La mayoría de los cubanos tienen que hacer sus compras bajo los límites que les impone el estado en la forma de una tarjeta de racionamiento, con la cual consiguen una cantidad restringida de alimentos una vez al mes. Díaz-Canel espera que las medidas impuestas estabilicen la fluctuación cambiaria y lleven a una eventual estabilidad de la atribulada economía de la isla.
Descontento disidente
Para la tiranía cubana, la estabilidad interna es fundamental para tener control poblacional, aunado a las políticas de restricción calórica y de persecución de los disidentes, quienes últimamente están muy activos, el mes pasado, artistas cubanos hicieron una protesta frente al ministerio de la cultura de ese país en rechazo a la presecución de músicos disidentes que usan su arte para mostrar su inconformidad con el tiránico régimen comunista que les impide avanzar.
Díaz-Cabnl pretende compensar la inflación resultante con políticas de presión inflacionaria que terminan teniendo el resultado de apagar el fuego con gasolina.
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