- La comunidad judía ultra ortodoxa de Israel ha salido a manifestar en las calles de Jerusalén en rechazo a las normas de distanciamiento social impuestas por el gobierno de ese país.
- Para los judíos ortodoxos, el ejercicio de su fe está en el centro de su vida cotidiana.
- Durante semanas, la comunidad ortodoxa ha desafiado confinamientos, y demás normas, lo que las ha llevado a tener violentos enfrentamientos con escuadrones de la policía antimotín.
Para los judíos ortodoxos, la fe y su ejercicio forman parte de los rituales de la cotidianidad. A juicio de la comunidad ortodoxa, la sociedad israelí no entiende su forma de vida y se sienten los chivos expiatorios de ese país en lo que a materia COVID-19 se trata.
La comunidad ortodoxa representa cerca del 12% de la población de nueve millones que habita Israel. Según cifras estadísticasde 2020, más del 33% de los contagios de COVID-19 en Israel afecta a los judíos ortodoxos.
No es la primera vez que la comunidad ortodoxa protesta contra las medidas para mitigar el COVID-19, en Nueva York, la comunidad ortodoxa se organizó para hacerle frente al alcalde y al gobernador.
Los mayores de 65 años en Israel tienen una tasa de mortalidad tres veces mayor frente al COVID-19 que el resto de la población general de ese país. El Ministerio de Salud está preocupado por los bajos índices de vacunación en la comunidad ortodoxa ya que están por debajo del promedio nacional.
La comunidad judía ortodoxa goza de gran poder político en Israel, aseguran subsidios, prebendas y demás privilegios exclusivos para ellos.
Sus representantes en el parlamento tienden a definir los gobiernos; actualmente el Primer Ministro Bibi Netanyahu —que aspira a la reelección y le acusan de corrupción— cuenta con el voto de los aliados políticos ortodoxos para asegurar su triunfo electoral.
Pero con las comunidades en revuelta, quejándose de que las normas de distanciamiento social les impiden ejercer su libertad religiosa en paz, la permanencia de Bibi Netanyahu en el gobierno luce dudosa, pese a que su oposición es tanto o más conservadora que él.

Los hombres de la comunidad ortodoxa están exentos de participar en el servicio militar obligatorio y con frecuencia cobran cheques gubernamentales para continuar sus estudios a tiempo completo en seminarios a lo largo de su adultez. Las escuelas ortodoxas en Israel gozan de plena autonomía y se enfocan en temas religiosos.
Ese tipo de privilegios generan cierto desdén en una sociedad tan plural como la israelita, el resentimiento de los isralíes seculares hacia los ortodoxos escaló a una antagonización frontal cuando veían que las normas para mitgar el COVID-19 sencillamente no aplicaban para los ortodoxos, bien sea porque las ignoraban o porque se salían con la suya.
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Rechazo. En una palabra se define lo que la comunidad ortodoxa tiene hacia las restricciones, numerosos rabinos de prominente influencia han manifestado su rechazo al cierre de escuelas, los más radicales consideran que la campaña de vacunación es innecesaria, que sólo la fe salva.
Todo el ejercicio del credo ortodoxo judío—el Yiddishkeit, «la forma de vida»— gira en torno a normas de comportamiento social, cimentadas sobre las tradiciones de ese pueblo. A juicio de los líderes religiosos de la ortodoxia, el que el gobierno israelí les imponga normas de distanciameinto es «una violación de sus derechos humanos».
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