por Eugenio Narbaiza desde España
Confirmado el resultado de las elecciones en Pensilvania, en donde por un estrecho margen Joe Biden ha conseguido los delegados del colegio electoral, el candidato demócrata ha alcanzado los 270 representantes necesarios para convertirse en el nuevo presidente de los Estados Unidos, relegando al candidato republicano y hasta ahora presidente Donald Trump a engrosar la lista de los presidentes que, durante 120 años, no han revalidado su continuidad en el cargo, ocupando la quinta posición de los electos no elegidos para permanecer en el despacho oval de la Casa Blanca.
Analizar este acontecimiento desde una perspectiva distinta a la norteamericana, resulta complicado, teniendo en cuenta los distintos parámetros políticos que rigen entre la sociedad norteamericana y europea, puesto que, en estas elecciones, se han dado distintas circunstancias, que nunca se podrían producir en Europa, por el rechazo social que generarían.
La primera de estas importantes diferencias, se centra en la longevidad de los candidatos, con 74 y 79 años de edad, lo que hace que ambos partidos concurrentes a los comicios norteamericanos, no hayan tenido en cuenta que sus edades, no concuerdan con una sociedad y con una nación que pretende ser la primera potencia mundial y que está intentando reforzar su papel de liderazgo, lo que puede dar lugar a oscurecer la fuerza y el dinamismo americano, dando a entender que realizan políticas de resultados a corto plazo.
En segundo lugar, nunca en Europa, ningún presidente en funciones se atrevería a cuestionar el sistema electoral de votación, tal y como ha sucedido en Estados Unidos, en donde el actual ocupante de la Casa Blanca, se ha permitido el lujo de considerar que se está produciendo un voto fraudulento, exigiendo que se detenga el recuento electoral y que se le están robando las elecciones.
Como tercera de las diferencias, aunque cabe calificarlo como algo insólito en el país que presume de la mayor libertad de prensa del mundo, jamás tres cadenas de televisión se atreverían a cortar las palabras de un presidente de un país, cuando dirigiéndose a la nación, les habla del resultado de las elecciones, lo que abre un debate importante sobre el hecho de que tres grandes medios hayan cortado la rueda de prensa del presidente, aunque lo que denuncia este, sea sin pruebas, en vez de que sean los televidentes quienes determinen si lo dicho por el presidente, sea verdad o una mera estrategia informativa para cubrir su casi inminente derrota.
Te puede interesar
Hechas estas salvedades, cabe preguntarse cómo es posible que un presidente que ha basado toda su gestión presidencial en una política proteccionista, mirando casi exclusivamente de manera interna hacia su país, obteniendo además unos espectaculares resultados en materia económica hasta antes del comienzo de la Pandemia, así como en el último trimestre de su mandato en donde los resultados de recuperación de su P.I.B han sido espectaculares, puede perder unas elecciones, si no es por haber cometido graves errores de estrategia, especialmente de comunicación, en todo el desarrollo de la Pandemia, llegando a afirmar que esta se podría eliminar inyectando lejía a los afectados o cuando paseó por la calle con sus escoltas, dentro de un jeep, a pesar de haberse confirmado que estaba contagiado por el Covid 19.
Analizando datos de resultados de los comicios en las últimas décadas, podemos comprobar como en las últimas 8 elecciones, el partido republicano no ha conseguido ganar en el resultado del voto popular ni con Trump (2016 46,1), Mitt Romney (47,2) John McCain (45,7) George W. Bush (47,9) Bob Dole (40.7) Geroge H.W. Bush (37,4), lo que induce a pensar que sus candidatos, no han gustado a los ciudadanos, lo que verdaderamente, ha supuesto un importante problema para la formación del elefante, porque es el voto popular quien condiciona el número de electos de cada partido que salen elegidos.
Quizás, una de las causas de esta derrota republicana se deba a las importantes diferencias internas entre los republicanos y Donald Trump, dándose el caso de que importantes personalidades de este partido como la familia del senador Jhon McCain, candidato a la presidencia en 2008, llamara a votar en favor del candidato demócrata en Arizona, como pago a la actitud crítica del candidato a presidente, con el reconocido como héroe de guerra.
También los miembros del Proyecto LinColn, un comité de acción política estadounidense formado a finales del 2019 por destacados republicanos y ex republicanos, creado exclusivamente para luchar contra la reelección de Donald Trump, pidiendo el voto para el candidato demócrata Joe Biden, porque según ellos, dos puntos de vista, no pueden existir en un mismo partido y porque consideran que Trump, no está capacitado para afrontar la Pandemia del Covid 19, la posterior recesión que esta generará y dudan de la supervivencia del partido del elefante, si Trump ganara los comicios presidenciales.
Lo cierto, es que, en el Partido Republicano, se viene palpando una crisis de identidad, como se pudo ver durante la convención de la elección del candidato, en donde se dejó en blanco su programa electoral, encomendándose a la agenda del candidato, e incluso propiciando que, en esa convención, apenas de adelantaran objetivos políticos e ideológicos como partido, que no partieran del candidato.
Ahora habrá que ver cuál es el planteamiento futuro de los republicanos en una sociedad polarizada y confrontada no solo desde el punto de vista político, sino en su seno interno, ya que incluso se plantean rumores de que pudiera producirse una escisión interna de los partidarios de Trump, que no sería descartable, dado que sus partidarios podrían intentar crear un partido que les permitiera concurrir a las elecciones de 2024, si los acontecimientos y los problemas a los que se pueda enfrentar Trump en el futuro, lo permiten, aunque lo cierto es que el partido del elefante, deberá partir de cero desde que se consolide formalmente su derrota electoral, necesitando un nuevo rumbo y quizás un discurso distinto y moderado tanto para la sociedad norteamericana, como para la sociedad mundial.
Respecto al Partido Demócrata, poco hay que decir salvo lo que indican las urnas, al haber conseguido su candidato el mayor número de votos populares en la historia de la democracia norteamericana, como culmen de una extensa trayectoria política, que le ha mantenido en cargos públicos durante medio siglo, destacando el haber sido durante 8 años vicepresidente de Barack Obama y 36 años senador por Delaware.
Aunque no está calificado como el candidato perfecto, porque no plantea bien sus discursos, se le acusa de falta de carisma, lo cierto es que por su origen y forma de vida, es un candidato al que se le considera tener una amplia base social de apoyo, dado que su actitud, tiende a generar estabilidad, especialmente en tiempos de crisis, porque representa una postura moderada dentro del partido demócrata, que le ha permitido atraer a votantes centristas tanto de su partido como del partido republicano, al fomentar la idea de “continuidad y cambio” como espíritu para unificar los Estados Unidos.
Lo cierto es que Joe Biden será salvo sorpresa mayúscula el nuevo presidente de los Estados Unidos, con una responsabilidad importante de cara a renovar el atractivo de su nación como sociedad e intentar que esa continua polarización que se viene produciendo durante algo más de una década, impida una ruptura social y división que dañaría de manera grave la imagen de la primera democracia del mundo.