por Eugenio Narbaiza desde España
Como cada cuatro años y siguiendo la tradición de realizar unas elecciones presidenciales el primer mes de noviembre de cada cuatrienio, este próximo martes, la sociedad norteamericana elegirá quien va a ser la persona que regirá su destino en los próximos años, bien con las políticas que ha seguido hasta la fecha el actual inquilino de la Casa Blanca Donald Trump, o cambiando el rumbo de la hasta ahora primera nación del mundo con un nuevo candidato bajo el mando del demócrata Joe Biden.
Lo cierto es que estas elecciones, para Estados Unidos, no solo suponen un mero cambio o mantenimiento de presidente, sino el inicio de una nueva etapa en la sociedad mundial, puesto que la hegemonía o el primer puesto como nación que lidera el mundo, puede estar en juego en un futuro no muy lejano, en clara competencia con una nación emergente y cada vez con más fuerza, como es el caso de China.
En este último cuatrienio, la característica fundamental de la política norteamericana desde la administración Trump, ha sido la de ejercer un proteccionismo exacerbado hacía todo lo que significa su país, tanto en industria, como en economía, que, aunque obteniendo unos buenos resultados, ha generado importantes controversias tanto con Europa, como con el primer país del mundo asiático, China, con contínuos choques que han desembocado en guerras comerciales o en la injerencia poco acertada en los asuntos internos de la UE, como es el caso del abandono del Reino Unido de la misma, a fin de debilitar al hasta hace algunos años fiel aliado europeo.
Su gestión, ha sido a lo largo de su mandato blanco de críticas, incluso de sus seguidores, debido a que sus propuestas gubernamentales, han sido difíciles de cumplir, debido a la falta de apoyos en el Congreso, dándose el caso de que incluso se ha llegado a paralizar su gobierno, en enero de 2019, por su intención de construir un muro, en la frontera mejicana, o como el hecho de que no pudo cumplir con una de sus principales promesas, como era el hecho de acabar con el “Obamacare”,centro de atención médica del presidente Obama, por no tener los votos precisos en el Congreso, aunque ha terminado reduciendo los fondos establecidos para el programa de salud.
Por su parte, el candidato demócrata Joe Biden tiene como eje de su programa económico, el cambio climático, prometiendo una transición ecológica, en la que se bonificaran los vehículos eléctricos, así como las energías renovables, invirtiendo en tecnologías como la captura del carbono, con el objetivo de crear diez millones de empleos verdes, para la consecución de emisiones neutras de dióxido de carbono en el año 2050. También, Biden, propone una reforma del sistema de seguridad y judicial americano, con la intención de reducir la población carcelaria, eliminando la existencia de prisiones privadas.
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Realmente resulta difícil saber cuál puede ser el resultado final de las urnas, pero la balanza, puede caer de cualquiera de los lados, puesto que, si bien las encuestas dan como favorito al candidato demócrata, no se descarta que pasara igual que en 2016, en donde a pesar de ir detrás de Hillary Clinton en todas las encuestas, logró alcanzar la Casa Blanca, gracias al número de representantes obtenidos en el complicado sistema electoral americano.
Sin duda, Europa, por un lado, que durante el mandato de Trump ha sufrido constantes ataques aprovechando que uno de sus socios ha decidido abandonar la Unión Europea y China por otro, que es el principal rival comercial del hasta hace poco país líder en el mundo, deberán estar muy atentos a estas elecciones, puesto que todo parece prever que las políticas que aplique en el futuro el vencedor, determinarán el rumbo del mundo en la próxima década, con la particularidad de que ese elemento distorsionador de la normalidad como es el covid-19, puede tener influencia en los modos, caminos y maneras de abordar el futuro de todos y para todos.
