Editorial: Estados Unidos de la Banana

Durante el día de ayer, Factores de Poder desplegó todos sus recursos para informar a la ciudadanía los acontecimientos de la aun no definida contienda electoral de Estados Unidos. La campaña se acabó, y formalmente lo que queda es el escrutinio y totalización de los votos que determinarán los aproximadamente 88 votos de colegios electorales necesarios para que uno u otro candidato obtenga el mágico número de 270 que le dan las llaves de la Casa Blanca.

Donald Trump logró conservar los estados del sur y el corredor central, Joe Biden se hizo con las costas este y oeste. El llamado Rust Belt pasó a ser el campo de batalla que todavía no se define y que todo apunta a que sería la Corte Suprema de Justicia la que decidirá la elección.

Patricia Poleo durante la cobertura en vivo que hizo el canal de YouTube Factores de Poder de estos comicios comenta que en sus más de diez años de exilio en EE.UU. jamás sintió tanta presión en el ambiente político, que los venezolanos no deberían esperar por un mesías. Y es que el trauma psicológico de los venezolanos con las elecciones es una impronta indeleble de la perversidad de los tentáculos del Foro de São Paulo, que destruyeron de forma sistemática el derecho de los venezolanos a elegir sus autoridades con la excusa de que la automatización del voto justifica la falta de transparencia del árbitro electoral.

El pueblo americano pudo saborear en carne viva la expectativa y ansiedad que genera una elección reñida en donde las malas intenciones, el autoritarismo, la demagogia, la corrupción, el populismo y las pasiones de lado y lado estaban a flor de piel en un caldo de cultivo de nación cuyo tejido social se ve profundamente manipulado por entes nacionales y extranjeros.

Por una parte está la influencia de los otros rivales geopolíticos de EE.UU.: China, Rusia y sus aliados. En la otra esquina están los problemas internos de una nación que si bien ocupa un lugar privilegiado en el mundo al ser considerada la mayor potencia económica y militar del planeta no pueda atender otros problemas que aquejan a sus ciudadanos.

La devaluación del discurso político de parte y parte hizo que muchos venezolanos compararan —unos con preocupación y otros con sorna— la situación estadounidense con la realidad de la tiranía venezolana que próximamente entra en su año 23 de democracia revolucionaria. Tanto Joe Biden como Donald Trump al no contar con los votos, se declararon víctores.

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La ciudadanía no sabe a quién creerle: Mientras las cadenas se rehusaban a dar a Trump como vencedor en Florida —situación que luego se resolvió ante las tendencias que resultan de la totalización,— situaciones similares se presentan en estados como Carolina del Norte, Pensilvania, Georgia, Wisconsin y Michigan, estados que se vuelven clave ahora que la elección se acabó y los ciudadanos hicieron su parte.

Ahora le toca a los políticos y sus abogados hacer el trabajo que el sistema electoral americano —con su tasa de error del 7%— no pudo hacer: Escoger al presidente, con las dolorosas consecuencias que eso implica: Ya la sociedad americana vivió un trauma cuando en el año 2000, la contienda entre Al Gore y George Walker Bush se dirimió en una decisión per curiam de la Corte Suprema de los Estados Unidos que detenía el recuento de votos en el Condado de Miami-Dade del estado de la Florida. Dicho fallo sólo contaba esa vez y no podría ser utilizado en el futuro.

Ese momento ha llegado, porque una situación similar se presenta en los estados disputados y la Corte Suprema, de mayoría conservadora y estrenando magistrada alineada al conservadurismo podría decidir por los votantes ya que la sociedad civil y el sistema electoral que aplican no es capaz de poder ponerse de acuerdo. Si bien los republicanos tienen el Senado y la Corte, no tienen a la Cámara de Representantes, las legislaturas estadales y otros organismos que hacen contrapeso en el juego de poderes.

La elección no está decidida y es ahora cuando los juegos políticos, la retórica propagandista y las estrategias legales brillarán haciendo molestar a tirios y troyanos que se cuestionarán en sendos programas de opinión sobre el current state of politics, flotando la idea de que las prácticas bananeras del ejercicio del poder parecen haberse instalado con los errores y autoritarismos que les son inherentes y de los cuales la mayoría de los venezolanos conoce porque los han tenido que vivir tanto en carne propia, que en tierras ajenas que escogieron para un mejor porvenir se les aparece de forma fantasmagórica.