James Story fue confirmado por el Senado de los EE.UU como embajador plenipotenciario ante la República Bolivariana de Venezuela luego de una década de tensiones diplomáticas entre Caracas y Washington DC.
Story, quien se desempeñaba como encargado de negocios para Venezuela desde Colombia fue nominado a principios de año y su confirmación recién se acaba de materializar.
Nacido en Carolina del Sur en 1971, fan de la cacería y coleccionista de memorabilia comunista, Story estudia en Georgetown y entra a trabajar para el Departamento de Estado como funcionario de carrera. Antes de llegar a representar a Washington en Caracas, era el Cónsul General de EE.UU. en Río de Janeiro en la era del Partido de los Trabajadores.
Diplomático de carrera, desplegado en Mozambique, México y Afganistán. Versado en materia de terrorismo, contrainteligencia y materia geopolítica, Story es la quintaesencia de un funcionario del Deep State. Sus simpatías hacia los demócratas son evidentes y fue donante de fondos para Barack Obama en su momento.
James Story está familiarizado con el tema de narcóticos y contrabando, estudió el fenómeno de las pistas clandestinas en Colombia, Venezuela y Centroamérica. La agenda diplomática del ahora embajador se enfoca en la defensa de operaciones militares en el Caribe que busca la neutralización de las actividades de los carteles.
Apuesta por dialogar con el chavismo
James Story es uno de los que aboga por el diálogo, la inclusión y la presencia del chavismo en un futuro hipotético en el que el Partido Socialista Unido de Venezuela abandona el poder y pasa a ser oposición, de igual manera—llena de disonancia cognitiva—, el nativo de Carolina del Sur considera que el chavismo controla y escoge a “su” oposición.
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Washington DC considera que si el chavismo ha de negociar, “es con el pueblo de Venezuela”, así se lo comentó a Daniel Lara Farías y a Nehomar Hernández en una entrevista a principios de este año.
En esa entrevista, Story deja entrever —amparándose en la separación de poderes— que las investigaciones del Departamento de Justicia, que puso precio a las cabezas de jerarcas del régimen chavista y sus operadores financieros no chocan con las intenciones del Departamento de Estado en cuestiones diplomáticas.
La insistencia biparditista norteamericana de negociar una salida a la crisis venezolana, cuyas ramificaciones se extienden por todo el hemisferio causando la peor situación humanitaria de la historia del continente no parece verosímil cuando uno de los interlocutores es considerado una organización criminal internacional.
Relaciones discordantes
Las relaciones de James Story como diplomático con Caracas las lleva con personajes repudiados por la sociedad venezolana, como Rafael Lacava, quien le ha bañado de regalos y agasajos en sus tertulias y conversaciones buscando algún tipo de consenso a espaldas del escrutinio público.
La defensa y reconocimiento del gobierno interino de Juan Guaidó, es la piedra de tranca entre la normalización de las relaciones diplomáticas entre Venezuela y EE.UU. El nombramiento de Story como embajador se da en el contexto de una posible transición presidencial en la que un Joe Biden busca acercarse a Miraflores para reevaluar las relaciones bilaterales entre ambos países.
Los demócratas, quienes se preparan para tomar el control de la Casa Blanca consideran que la política de sanciones hacia Venezuela es ineficaz, y apuestan por un cambio de estrategia que resulta conveniente para el chavismo en detrimento de los intereses del sector mayoritario de la sociedad venezolana.
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