Por el Dr. Rosquero Cabilla, corresponsal en el CEN de AD.
Sobreviviendo a Henry Ramos Allup.
Yo sobreviví a las degollinas de Alfaro Ucero porque siempre apliqué la misma: cuando había un tema
grave agitando el escenario, esperaba que hablara el caudillo. Si el caudillo no hablaba, yo evadía el
asunto, sin comprometerme.
Por ejemplo, cuando Lepage quería que Canache se raspara a Ramos Allup de la sub-jefatura de la
fracción parlamentaria, yo me hacía el pendejo en cada almuerzo entre los dos nombrados, Sánchez
Bueno y yo.
Si Lepage le decía a Canache: “Tienes que quitarte al fascista ese de encima ya, antes que esto llegue
al CEN” y Canache se enervaba diciendo “Octavio, tu no puedes andarme amenazando así como así”,
Armando Sánchez Bueno intervenía diciendo: “Pero bueno hombre, ¿vamos a pelear por un
pendejo?”.
Armando Sánchez Bueno era bueno de verdad, pero estaba equivocado conmigo. Cuando decía esa
frase mediadora entre los dos jefes, se me quedaba mirando para que yo interviniera y le dijera algo
a los señores.
Yo me hacía el pendejo. Entonces Armando decía:
- Coño Rosquero, opina, ¡este problema es de todos!
Yo, imperturbable metido en mi ensalada César, sin levantar la cara del plato, solo respondía:
- No vale la pena esta peleadera sin la opinión de Alfaro.
Lepage me reprochaba el asunto, Canache callaba, porque me tiene respeto. Pero siempre supe que
las cosas eran así, o no eran. Porque nosotros los adecos no creemos en la democracia ni en el
debate ni en la toma de decisiones como cuerpo. Nosotros hacemos lo que dice el secretario general.
Punto.
Cuando Claudio le ganó al CEN las internas y se hizo con la candidatura presidencial de 1993, voté
por él a pesar de que estaba en el comando de campaña de Lauría y a pesar de haberle prometido mi
voto a Paulina. Por eso, Paulina y Lauría me propusieron como miembro del comando nacional de
campaña y ahí estuve.
Cuando se planteaba la expulsión de los carlosandresistas, yo esperaba que Alfaro hablara. Si veía
que de verdad quería rasparse de un plumazo a quince mil militantes, yo levantaba la mano. Si veía
que evadía el asunto, prefería ir a hablar con Miguel Ocque en el bunker a ver qué sabía. Y Miguel me
decía: Alfaro no ha dicho nada. Y yo entendía.
Cuando Cesar Gil empezó a decir que Alfaro debía ser candidato, me pedía que lo acompañara a los
actos del buró sindical y yo me escurría. Solo una vez tuve que asistir a un pleno sindical porque
Ramírez León me lo pidió. Con la mala suerte de que Gil al tomar la palabra dijo: “Los sindicalistas
nos resteamos con Alfaro”. Yo aplaudí por no dejar, pero salí de ahí directo a la oficina de Alfaro.
¿Cómo estuvo el acto, Rosquero? – preguntó el caudillo.
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- Lleno de gente gritando tu nombre – le dije. Arrugó la cara.
Se lo dije a Liliana: Alfaro no quiere ser candidato. Pero ella, siempre adelantada me dijo: Claro que
quiere, pero le da pena decirlo porque sabe que es una locura. - Coño Liliana, convéncelo – le pedí
- ¿Convencerlo de qué? Andaba promoviendo a Lewis de candidato para porfiar a Ledezma y
ahí está, Seijas le da 3 puntos a Alfaro y 1 punto a Lewis. Antonio tiene más de 50% entre los
adecos y casi 30% entre los no adecos. Pero… - ¿Pero qué? – le pregunté.
- Pero Henry amenazó a Alfaro con sacarle cinco carretillas de denuncias de corrupción a
Ledezma si lo lanzaban de candidato.
Henry Ramos Allup no tenía cinco carretillas de denuncias contra Antonio Ledezma, pero sí tenía
cinco gandolas de odio contra él desde el gobierno de Lusinchi. ¿Razón? Ledezma llegó a
diputado y con la inocencia de un cordero entrando al matadero, creyó su deber investigar un
desfalco en la construcción de una carretera. Investigó y encontró sobreprecio, pagos por obra
sin concluir, sobornos, trabajos de mala calidad etc.
¿Quién era el contratista? Franco D’Agostino, suegro de Ramos Allup.
Por eso Henry se sumó a los que coreaban el nombre de Alfaro como candidato. Vetaron a
Ledezma por dos años de discusiones y cuando quisieron cambiar de caballo a mitad de carrera,
Ledezma les pintó una paloma. Lo pusieron de jefe de campaña cuando ya no había nada que
hacer.
¿Qué hice yo? Pararme donde Alfaro me dijo, hasta que vi venir el hacha. Ahí me pare al lado de
Lewis. Se rasparon a Alfaro y Morales Bello me pidió acompañarlo al CNE a meter el recurso para
controlar la tarjeta del partido. Me hice el pendejo y fui.
¿A dónde quiero llegar con todo esto?
A una cuestión básica para entender todo lo que está pasando en AD: Yo sobreviví a todas las
degollinas, a todas las circunstancias a pesar de haber sido parte de la destrucción del partido de
Rómulo Betancourt. Pero cuando vi a mi alrededor, el único jefe de algo que también sobrevivió
era Henry Ramos Allup.
¿Cómo se explica que siendo Henry un símbolo de lo peor de la cuarta república y del
puntofijismo, le hayan perdonado la vida y, más importante aún, le hayan entregado vía judicial
el control del partido durante 20 años? Pues por lo obvio: la corrupción.
Henry fue el seguro servidor de las trapisondas y triquiñuelas judiciales y parlamentarias del
régimen, con Chávez y más con Maduro. De todos los jefes de partidos opositores, Henry era el
único con relación personal de larga data con Maduro y con Cilia. Antes, su llegada a Chávez era a
través de su amigo del alma Aristóbulo Istúriz. Pero ahora, tenía línea directa con el presidente,
su amigo Nicolás.
¿Bernabé? Nadie. Cumplir órdenes. Sin mayor roce político de alto nivel, hizo lo que se le mandó
a hacer siempre: cuadrar con Tibisay, hablar con fulano, rasparse a mengano. Hasta ahí. Por
tanto, que se haya convertido en el jefe del partido hoy, es un hecho circunstancial. Eso no es lo
importante.
Lo importante en este momento es que quienes acabamos con Alfaro, con Lewis y con Marín,
acabamos con Henry también. Y en cada una de esas circunstancias, tumbamos al secretario
general con una sola intención: sobrevivir.
Alfaro nos quería matar, lo matamos. Vivimos para contarlo.
Lewis se dio cuenta de que lo queríamos matar y se fue antes de que disparáramos. Seguimos
vivos.
Marín se trajo 300 colombianos armados para tomar Miraflores y Chávez lo descubrió. Aristóbulo
le dijo a Henry: o se pegan a Marín o Chávez jode a todos los adecos. Matamos a Marín. Nos
salvamos en la raya, pero seguimos.
Henry pactó con Maduro participar en las elecciones y a última hora se echó para atrás por salvar
los negocios de su familia. Maduro nos dijo: o matan a Henry o los mato a todos. Obviamente,
matamos a Henry.
Hemos sobrevivido a Henry, por ahora.
En clave
Todo está grabado. Todos están grabados. La semana que viene en este mismo espacio, revelaré
los audios de la conjura. *** El “Partido del pueblo” fuimos una vez, pero no hubo 50 personas
en el CEN el día de la toma, entre los de adentro y los de afuera *** Henry se llevó dos cosas de
su oficina cuando supo que se la quitarían: la computadora y la caja fuerte *** Inventario de lo
encontrado en la oficina de la Secretaría Juvenil de AD: 3 materos, 20 cuadernos sin usar, 78
condones usados y una foto manchada de Oliver Blanco *** ¿Por qué el sello de la Secretaría
General de AD lo carga Robert Alcalá en el bolsillo? *** Se perdieron los 5 mil dólares entregados
a Prosperi para “defender” el CEN, dice el Burro Martínez *** Luis Aquiles Moreno no me
contesta el teléfono *** Luis Carlos Padilla amenazó a Bernabé con darle una cachetada y
arañarlo cuando lo vea *** ¿Morel Rodríguez presidente de AD? *** Bernabé quiere 30
diputados *** Si Betancourt viviera, ya los adecos lo habríamos fusilado ***