Panamá y Colombia han acordado un plan para el paso controlado de los migrantes a Estados Unidos varados en las puertas de la Jungla del Darién, lo que ha provocado una emergencia humanitaria. Los traficantes de personas están en el punto de mira.
Tras una reunión en la ciudad panameña de San Vicente, en la provincia de Darién, la canciller panameña Erika Mouynes y su colega colombiana y vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, destacaron la necesidad de involucrar a los países de origen, tránsito y destino de estos migrantes, incluidos los haitianos que salen de Chile, para dar una solución coordinada que evite crisis humanitarias o sanitarias.
Al menos 10.000 migrantes en tránsito están bloqueados en la ciudad colombiana de Necoclí y el próximo lunes las autoridades de ambos países se reunirán para definir cuántos podrán pasar por Panamá cada día y por qué ruta, se anunció el viernes.
Desde hace varias semanas, miles de migrantes, entre ellos menores y mujeres embarazadas, esperan en el puerto colombiano de Necoclí las embarcaciones que los llevarán a la frontera con Panamá para cruzar el Darién.
Una selva llena de peligros
Este corredor selvático de 266 kilómetros entre Colombia y Panamá se ha convertido en un paso obligado para los migrantes irregulares de Sudamérica que intentan llegar a México, Estados Unidos y Canadá. Los migrantes cruzan la selva de 575.000 hectáreas a pesar de que no hay rutas terrestres y se enfrentan a grupos criminales, ríos caudalosos y animales salvajes como serpientes venenosas.
La #VicepresidenteYCanciller, @mluciaramirez, aterriza #AEstaHora en el aeropuerto de Nicanor, en la frontera colombo panameña, para reunirse con su homóloga, Erika Mouynes, en busca de soluciones a la crisis de migrantes en Necoclí y el Urabá Antioqueño pic.twitter.com/Ldiun19QD8
— Cancillería Colombia (@CancilleriaCol) August 6, 2021
Panamá pretende concluir un acuerdo con Colombia similar al que tiene con Costa Rica, en virtud del cual un número de migrantes es trasladado diariamente de forma controlada a la frontera costarricense para continuar su viaje.
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También pretende evitar que la delincuencia organizada se infiltre en el flujo migratorio. En los últimos años, las autoridades panameñas han identificado a unas 60 personas con alertas terroristas entre los migrantes.
«El crimen organizado, al ver este efecto de la migración, trata de aprovecharlo», por lo que «haremos más planes de seguridad» con el intercambio de información de inteligencia, dijo el ministro panameño de Seguridad, Juan Pino.
«Darién es muy grande, tiene muchos caminos y carreteras, y estamos intentando hacer todo lo posible para que el flujo sea controlado, rápido y seguro», añadió Pino.
Más de 150.000 migrantes han cruzado la selva.
Según las cifras oficiales, más de 150.000 personas han cruzado el Darién en los últimos diez años. Aunque la pandemia ha reducido mucho el tránsito, ha empezado a aumentar de nuevo en 2021. Desde principios de año, 49.000 personas han cruzado la frontera, principalmente haitianos y cubanos, pero también asiáticos y africanos.
Tras cruzar la selva, los migrantes son atendidos en campamentos instalados por el gobierno panameño, que, en colaboración con la ONU y otras organizaciones internacionales, proporciona asistencia y ayuda humanitaria. Pero una hipotética llegada masiva provocaría el colapso de estos centros.
«Evidentemente es una cifra que puede repercutir en la capacidad de los centros de acogida de migrantes, que ciertamente no tienen esa cobertura», dijo a la AFP Santiago Paz, responsable de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá. Los expertos advierten que antes de la pandemia, los migrantes solían cruzar a Panamá durante la estación seca (normalmente entre diciembre y abril) porque el clima hacía menos difícil cruzar la selva.
Pero ahora, desesperados por la pandemia, la pobreza y la violencia, hacen la travesía en cualquier momento del año. «Sabemos que la pandemia ha tenido un impacto muy grave en toda la población», que se ha traducido en «ansiedades y necesidades» para «alcanzar el sueño americano», explica Paz. Sin embargo, «no sólo pueden ser víctimas de los traficantes de personas, sino que también pueden perder la vida» debido a las condiciones extremas de la ruta de la selva, advierte.
jov (afp, el espectador,dw)