La Asamblea Nacional presidida por Juan Guaidó aprobó un estatuto de transición que le permite continuar ejerciendo sus funciones administrativas posterior al cinco de enero de 2021. De espaldas a la realidad, la saliente Asamblea Nacional dilapidó un lustro en actividades anodinas. Sus principales aliados le están dando la espalda. La comunidad internacional busca alternativas a liderazgos nulos sin capacidad de convocatoria. La Asamblea Nacional chavista escogida en elecciones controlada busca tomar posesión del legislativo.
Asamblea Nacional dividida
Divididos y prácticamente vencidos, los diputados de la Asamblea Nacional buscan de una forma u otra hacerse con lo que les quede del poder. De allí que las distintas fracciones parlamentarias jugaban una especie de ajedrez político de tres dimensiones en las que quieren estar bien con Dios y con el diablo.
Acción Democrática —tanto la de Henry Ramos Allup como la de Bernabé Gutiérrez— tienen meses jugando al doble escenario, su liderazgo se dividió estratégicamente para tener cuotas de poder tanto con el chavismo y sus autoridades que hacen elecciones a convenciencia. La dirigencia blanca también se retrata con Juan Guaidó, a quien de vez en cuando le levantan la mano.
Y es que con miras a seguir aferrados al poder, los diputados de la oposición falsaria de la saliente Asamblea Nacional se aprobaron una extensión de su periodo administrativo para evitar que los nuevos diputados escogidos por el chavismo y su tutela cubana se hagan de nuevo con el legislativo.

Cinco años en nada
Las presidencias de Henry Ramos Allup, Julio Borges, Omar Barboza, Juan Guaidó —e incluso Luis Parra— a lo largo de cinco años de desidia parlamentaria no pudieron deshacerse de Nicolás Maduro. Por el contrario, pactaron y cohabitaron con él hasta que pudieron. Cuando el bote empezó a hundirse para la oposición, decidieron emigrar, acumularon una serie de voluntades en el escenario internacional que se materializaron en ingentes ayudas monetarias y en recursos por los cuales los diputados no responden.
Cambios de mandos en la Casa Blanca
Juan Guaidó logró que Donald Trump y Nancy Pelosi le hicieran una ovación en el Congreso de los Estados Unidos, se fotografió en la Oficina Oval y cuenta con el apoyo de los americanos. Pero los cambios de mandos en la Casa Blanca —aunado a la influencia de Leopoldo Martínez Nucete como asesor demócrata de alto nivel—apuntan a una reorientación geopolítica de los EE.UU.
Es bien sabido que el presidente electo Joe Biden pretende reflotar las relaciones diplomáticas con Cuba, cuestión que por antonomasia revive canales diplomáticos entre Washington DC y Caracas. Dicha conexión dejaría a Juan Guaidó y a sus diputados sin apoyos.
Diputados se fundamentan en jurisprudencia chavista
La tesis de la continuidad administrativa fue desarrrollada por la entonces presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Estela Morales para atornillar a Hugo Chávez —que no aparecía en público desde el ocho diciembre de 2008— y a Nicolás Maduro en el poder. Como Chávez se había muerto, no podía hacer su toma de posesión el diez de enero de 2013 y por alguna extraña razón, el chavismo buscaba mantener las formas y quería formalizar la toma de mando.
Lo insólito es que la misma oposición que en su momento protestó y denunció la continuidad administrativa de la Magistrada Morales hoy enarbola ese principio para seguir legitimando a Juan Guaidó en el poder.
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