27N-1992: El golpe olvidado

27N

El 27N de 1992 fue el segundo strike a la aporreada presidencia de Carlos Andrés Pérez. El anciano y ajetreado caudillo adeco —que contento por los indicadores económicos que le hicieron sus asesores— no pudo ver la conspiración político-militar que se fraguaba a su derredor.

Las reformas impuestas por Pérez en su segundo gobierno causaron descontento en una clase empresarial acostumbrada a recibir ciertas prebendas tributarias y acceso preferencial a divisas extranjeras.

Corría la madrugada del 27 de noviembre de 1992 cuando la ciudad de Caracas vio cómo por segunda vez en un año los cuadros medios de las Fuerzas Armadas se manifestaban políticamente alterando el orden público bombardeando zonas civiles.

Los «muchachos» que Carlos Andrés Pérez subestimó, los mismos de los cuales todos los reportes, chismes y columnas periodísticas hicieron mención se le volvieron a alzar.

El 4F ya lucía como un trago amargo del cual el nativo de Rubio había sobrevivido de milagro: El cuartelazo de los alebrestados del Ejército, que rodeando el Palacio de Miraflores y la Casona con tanques le querían matar y secuestrar a su familia, y fueron tan ineptos que permitieron que Pérez se les escapara dos veces.

Después del 4F

La conspiración posterior al cuatro de febrero de 1992 continuó. En opinión de Beatrice Rangel en un libro escrito por Mirtha Rivero comenta que posterior al 4F, a CAP se le hace una character assasination campaign», una serie de acciones coordinadas a destruir el liderazgo de Carlos Andrés Pérez en las que los sectores de ambos lados del pasillo de aquel entonces se coludieron para acabar con una presidencia inestable.

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Los partidos que conspiraron contra CAP

La descentralización fue el cadalso político de un Carlos Andrés Pérez que le entrega a la extrema izquierda en forma de democracia a la Orinoquia venezolana. La Causa R había ganado poder político, estaba queriendo involucrarse en una conspiración política para destruir la credibilidad de CAP, que ganaba réditos porque las cifras económicas eran positivas.

De cara al 4F, Bandera Roja, agrupación criminal y terrorista de extrema izquierda se compromete de frente con el golpe por medio de los capitanes Antonio Rojas Suárez y Ronald Blanco La Cruz, quienes se aprovechan de la fractura de la Causa R y comprometen a sus cuadros medios. Tras las discusiones con la otra banda de delincuentes: La agrupación «Tercer Camino» de Douglas Bravo, los militares prefirieron mantener en un mínimo la participación civil en el plan de ejecución del golpe y posterior repartición de poder.

Abortada la primera asonada revolucionaria el 4F; los militares que se quedaron inactivos ese día llaman a los civiles que dejaron por fuera.

Como lucían controlados por un grupo de notables militares simpatizantes de las arengas de Chávez —que también estaban conspirando—, éstos no se activaron el 4F y fueron objeto de un débil Consejo de Investigación en las Fuerzas Armadas posterior al 4F.

Mientras los investigaban dentro de las FAN, el general de la Aviación Francisco Visconti, y el Contraalmirante Hernán Grüber Odremán buscan activar a ciertas unidades del ejército y la Guardia Nacional. La Armada, que tenía que tomar el previamente asediado Palacio de Miraflores no activó a sus conspiradores por grave desorganización.

El plan para atrapar a CAP

Los golpistas de la Guardia Nacional, Aviación y un par de células inactivas en el ejército conspiraron con el Partido Bandera Roja y la agrupación Tercer Camino de Douglas Bravo para atrapar a Carlos Andrés Pérez en la base de Turiamo, La Orchila o La Blanquilla a donde tenía planificado realizar un viaje y una posible escapada.

Cuando Blanca Rodríguez de Pérez se entera de que existen rumores de conspiración contra su esposo al escuchar comentarios indiscretos en los pasillos de la residencia presidencial de La Casona, Carlos Andrés Pérez revive los momentos en los que tuvo que salir corriendo de Miraflores meses atrás.

Tras los cambios ministeriales realizados posterior al 4F, aunado a los ajustes políticos que CAP tuvo que realizar para apaciguar a un Comité Ejecutivo Nacional de Acción democrática que conspiraba activamente contra él. Pérez consideraba inconcebible que hicieran otra asonada en su contra.

La noche del 26 de noviembre de 1992 fue tranquila, el general de la aviación y Ministro de la Defensa Iván Darío Jiménez se entera de ciertos movimientos de tropas. Para Carlos Andrés Pérez fue un día absolutamente normal, ese fin de semana se iría de viaje.

Visitó el Centro Médico de San Bernardino, presidió un Consejo de Ministros y cenó en casa de un amigo en La Florida cerca de las diez de la noche.

Acompañado de Armando Durán, casi al final de la cena, CAP es interrumpido por su edecán, el teniente coronel Rommel Fuenmayor para informarle que el Ministerio de la Defensa había ordenado un acuartelamiento. Horas antes de que CAP se sentara a comer, el Alto Mando Naval había recibido información de que un Contraalmirante de la Marina estaba involucrado en una intentona.

27N—1992: Caracas bajo las bombas

El golpe de estado comienza en la madrugada del 27 de noviembre. Los aviones secuestrados por los golpistas soltaron todas sus bombas, misiles y cohetes contra objetivos militares: A la orden de «bombardeen esa mierda», los aviones Bronco, Mirage y varios helicopteros secuestrados abrieron fuego contra la Base Aérea Militar Generalísimo Francisco de Miranda, la Policía de Sucre, el Palacio de Miraflores, y el edificio sede de la DISIP en el Helicoide.

El golpe estuvo pésimamente orquestado, en parte porque por falta de coordinación con los oficiales del comando del regimiento de la Guardia de Honor que estaban conspirando provocó que se adelantara la asonada un día antes.

A las cuatro de la mañana se alzan los golpistas en la Base Aérea de Maracay, el general Efraín Francisco Visconti comandaba la operación. Los comandos del batallón de telecomunicaciones toman las antenas de transmisión radioeléctrica de Los Mecedores, que servían a tres canales de TV: Radio Caracas Televisión, Venevisión y Venezolana de Televisión.

Los primeros Mirage-50 alzados en despegar estuvieron comandados por los mayores Dionisio Pérez Escalona y David Isea Monagas.

Eran las 5:30 am cuando comienza a televisarse de manera interminante hasta las ocho de la mañana un mensaje televisado de un vídeo grabado por Hugo Chávez desde su cautiverio donde llamaba a los venezolanos a alzarse en armas.

Falla comunicacional

Ante el alzamiento, el ministro de comunicación Fernando Martínez Mottola llama a dos canales que no transmitían desde las antenas de Mecedores: Omnivisión y Televen. Les informa que hay un golpe de estado en progreso.

Ya las fuerzas leales al gobierno de CAP buscaban neutralizar a los alzados, que gracias a una pésima coordinación no pudieron ni supieron tomar el control de los objetivos claves para tomar el poder.
El ministro del interior, Luis Piñerúa se comunica con una emisora de radio para informar sobre la asonada.

A las 7:20am, Carlos Andrés Pérez logra trasladarse a Televen, quien lo pone al aire para anunciar que la situación estaba bajo control. Raquel García entrevistaría CAP a las 7:40am, luego de la retransmisión de CNN del mensaje de victoria del exmandatario.

Los cuadros de los grupos civiles, aunado a los excesos policiales de la época llevaron a una masacre en la antigua cárcel del Retén de Catia. Las fuerzas policiales involucradas del grupo CETA de la Policía Metropolitana fueron rápidamente neutralizadas, y el componente cívico de la asonada no logró cumplir sus objetivos.

La participación de la Armada, con dos contraalmirantes comprometidos apenas movilizó unos infantes de Marina que tomaron La Carlota.

Para las 9:00 am del 27 de noviembre de 1992, la insurrección ya había fracasado: El intento de querer liberar a un Chávez y secuaces recluído había fracasado, las tropas alzadas no lograron tomar Televen y en un bochornoso episodio que involucra una cinta de videocasette, la impericia de unos alzados y un llamado a las armas fallido, se tambaleaba la democracia venezolana, imagen y modelo a seguir en la región.

El modelo de estabilidad que ofrecía el bipartidismo comenzaba a fracturarse: El descontento de las Fuerzas Armadas conformadas por un alto mando que algunos coludidos y otros agazapados permitieron la infiltración y exitosa activación de elementos en distintos sectores de la sociedad venezolana que conspiraron para la defenestración de Carlos Andrés Pérez un 30 de mayo de 1993.

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La masacre de Venezolana de Televisión

De las escenas más dolorosas y sangrientas con las que el chavismo hizo su debut en la sociedad fue el ataque a la televisora estatal Venezolana de Televisión el 27N. Jesse Chacón Escamillo y su hermano Arné junto con un comando de treinta soldados tomaron con fuego de armas automáticas unas instalaciones que estaban prácticamente vacías, y acribillaron a dos guardias de la caseta del estacionamiento.

Los hechos posteriores al 27N

Desde todo punto de vista Alberto Garrido —distinguida pluma que describió el origen del monstruo—lo destaca: No es posible desvincular el 27N del 4F sin tener al teniente coronel Hugo Chávez y sus redes como eje central: Chávez siempre reivindicó el 27N, aunque algunos de los miembros de su entorno lo calificaron de alzamiento de derecha.
En cierto modo lo fue, el mismo Francisco Visconti reconoce que el proceso es la palabra con la que los gobiernos militares se describen.

El chavismo como movimiento político nace en la Academia Militar.

El 4F y el 27N fueron asonadas fallidas de distintos comandantes con diferentes perfiles de liderazgo con el mismo resultado: Un saldo de muertos —300, según el Ministerio de la Defensa— y un grupo de 190 militares detenidos que fueron sometidos a un consejo militar de guerra extraordinario para evitarse problemas como los del 4F.

Al cabo de un tiempo, la Corte Suprema de Justicia—con sus magistrados mostrando simpatías hacia los alzados— luego anularía los juicios exprés que le hicieron a los alzados y ordenó que fueran juzgados en tribunales militares ordinarios. Esa misma corte determinaría la defenestración de Carlos Andrés Pérez en mayo de 1993.

Rafael Caldera le sucedería y daría continuidad a los procesos judiciales que se iniciaron en contra de los golpistas, sus torpezas y eventual argumentación para su sobreseimiento, tras la liberación de los golpistas, Hugo Chávez sale a la calle a hacer campaña y no obtiene atención de casi nadie hasta que los partidos políticos implosionan, y la casta empresarial se cuadra con el teniente coronel golpista en detrimento de una Irene Sáez que fue destruida en las encuestas.

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