Colombia y Venezuela, de rivales a socios en un mes

Hasta finales de agosto, Bogotá y Caracas no tenían relaciones. Ahora Nicolás Maduro será el garante de las negociaciones de paz con el ELN en Colombia. Y no solo eso.

Hasta hace tres semanas, Venezuela y Colombia no tenían relaciones diplomáticas. Pero la vida da giros radicales y la política no es una excepción a estos cambios repentinos. Con Gustavo Petro en el poder en la Casa de Nariño, las relaciones entre Bogotá y Caracas se han enfriado hasta el punto de que los dos países no sólo tienen embajadores, están tratando de fortalecer las relaciones comerciales y reabrir la frontera el 26 de septiembre, sino que sus presidentes están reunidos. En varias ocasiones, Petro ha pedido a su homólogo Nicolás Maduro que asuma el papel de garante en las negociaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

«Venezuela acepta el papel de garante con el ELN. Vamos a poner nuestra mejor voluntad en nombre de Dios Padre Todopoderoso», dijo Maduro en una transmisión televisiva. Esta propuesta tiene sentido, ya que el ELN está presente en las zonas fronterizas y causa problemas a ambos lados de la frontera.

El politólogo colombiano Sebastián Ronderos, académico de la Universidad de Essex, en Inglaterra, dijo a DW que «Venezuela participó en las negociaciones con las FARC en La Habana, por lo que ha acumulado una experiencia que podría ser decisiva para la buena marcha de las conversaciones». Además, añadió, «Venezuela es un actor clave en la frontera en las zonas donde se han desarrollado dinámicas de violencia y su presencia en las negociaciones sirve para crear confianza y fortalecer la aplicación en un escenario de post-conflicto.»

Amado y aceptado en Venezuela

El analista político venezolano Félix Seijas comparte esta opinión. «El ELN tiene importantes operaciones en Venezuela y, por tanto, el gobierno venezolano tiene mucho que decir en todo esto. Creo que no se trata de un gesto simbólico, porque en el caso concreto del ELN, Venezuela tiene la palabra», dijo a DW. «La presencia del ELN es tan importante en algunas zonas de Venezuela que hay áreas en las que está prácticamente autorizada, y de hecho la población lo acepta y le gusta, porque cree que ofrece más seguridad que las propias fuerzas armadas venezolanas. Está reconocido, no es un secreto», dice Seijas.

El cambio de tono entre ambos países, cuyo diálogo en los últimos meses se ha caracterizado por un ambiente más beligerante que conciliador, tiene varias razones: políticas, sociales, comerciales, militares y humanitarias. Ronderos explica que la ruptura diplomática no ha estado exenta de consecuencias en la dinámica interna. El gobierno colombiano de centro derecha de Iván Duque intentó «reforzar un ambiente de aislamiento de Nicolás Maduro que hubiera cambiado la correlación de fuerzas dentro de Venezuela», explica Ronderos, lo que finalmente no ocurrió.

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Inversión de las tendencias en las relaciones internacionales
El ámbito económico también se resintió, ya que el cierre de la frontera debilitó a los pequeños y medianos comerciantes, afectó a la producción de fertilizantes y provocó un «aumento de la violencia debido a la presencia de actores paramilitares violentos y al incremento de los cultivos de coca en Colombia», explica el académico de la Universidad de Essex.

Por eso, la llegada de Petro supuso un giro nada sorprendente, dado que el actual presidente ya había declarado durante su campaña para las elecciones presidenciales de 2018 que protegería los acuerdos de paz y cambiaría el paradigma de las relaciones internacionales.

Legitimación de Maduro y Cuba

¿Este acercamiento a Colombia legitima aún más a Maduro? No», dice Seijas. «No legitima nada, simplemente entra en relaciones con un gobierno que se ha hecho amigo, de la misma tendencia, como ya ha ocurrido con Argentina, Ecuador y Bolivia. Esto no cambia la situación, y también hay que considerar que Colombia tiene sus propios intereses y que Petro ha dado señales de que no quiere enemistarse demasiado con Estados Unidos», dice el analista venezolano.

¿Implica este movimiento un acercamiento a Cuba más que a Venezuela? No, dice Ronderos: «Yo no leería este planteamiento como un acercamiento del petrismo y del progresismo colombiano al modelo chavista o cubano», explica. Sin embargo, no duda que esto será aprovechado por la oposición «en la disputa discursiva, precisamente para argumentar que el petrismo tiene una tendencia de régimen similar a la de Venezuela y Cuba». Habrá que ver los efectos de esta disputa retórica en el electorado.

Por ms en DW


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