- por Carmina Ballester, Alcaldesa de Onda, desde España
Los españoles estamos viviendo un hito inédito en nuestra democracia: ver al Gobierno hacer oposición contra el propio Gobierno.
Mientras somos testigos directos de este bochornoso espectáculo entre Sánchez e Iglesias, de dimes y dirites y abrazos de oso, mientras un vicepresidente entre serie y serie de Netflix cuestiona la calidad democrática de el mismo país que el representa (que gran guión para una película de Groucho Marx), mientras Mr. Moncloa cambia cromos entre ministros y barones socialistas por su propio interés en la peor crisis de nuestra historia reciente, mientras todo eso sucede aquí fuera, en la calle, en todos los pueblos y ciudades de nuestro país corre un virus está matando a nuestros vecinos, a nuestros familiares, a nuestros amigos.
Pero no es culpa del Gobierno que ellos no tienen competencias, la culpa es de Ayuso, de los hosteleros, de los deportistas y de todo el que no tenga carnet rojo o morado.
Y fuera de esta teleserie de despropósitos, desgobierno y abandono flagrante de la responsabilidad pública, en la vida real, están los ayuntamientos, los sanitarios, los policías, el personal de supermercados y limpieza, los transportistas y todos aquellos que sí dan la cara contra esta pandemia y por la gente.
Los que estamos al frente de un Ayuntamiento y tenemos que salir a la calle sin saber muy bien qué decir y cómo consolar a aquellos vecinos que lo están pasando mal ya nos hemos cansado.
Sánchez e Iglesias nos han demostrado que no van a hacer nada y, por tanto, no podemos esperar nada más de ellos, salvo que se marchen.
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Por ello, solo pedimos que en vez de despilfarrar millones y millones en ministerios estériles y en campañas orwellianas para mayor gloria de sus excelencias, nos transfieran los recursos a los ayuntamientos y nos dejen trabajar por combatir esta pandemia y ayudar a nuestra gente, como llevamos haciendo desde el primer día pero sin competencias ni dinero.
Así lo hicimos en Onda (Castellón). Tuvimos que renunciar a importantes proyectos para poder comprar mascarillas; sacar una línea de ayudas de un millón de euros para nuestros autónomos y otra para aquellos establecimientos que tuvieron que cerrar por Covid; reforzar todos los servicios sociales y asistencia a domicilio mientras la Generalitat Valenciana, administración competente, sigue sin pagarnos lo que nos debe; o poner en marcha bonos-comercio para que nuestros comerciantes puedan sobrevivir a esta agónica situación.
En paralelo, seguimos bajando impuestos, incentivando la llegada de empresas multinacionales con beneficios fiscales, e inversiones para la mejora de la competitividad o poniendo en marcha programas para el empleo y el emprendimiento.
Las crisis se afrontan trabajando e impulsando políticas y no escondiendo la cabeza hasta que pasen.
Y todo esto lo tenemos que luchar día a día haciendo frente a las políticas sectarias y partidistas de los gobiernos socialistas en Moncloa, la Generalitat y la Diputación. Nos hemos quedado solos, porque si no compartes sus siglas estás fuera de muchas cosas, pero no conseguirán silenciar nuestra voz ni que se nos apodere la resignación.
Al contrario, pese a todas las trabas, cada día madrugaremos un poco más para seguir cuidando a nuestra gente, ayudar a levantar la persiana de nuestros autónomos y trabajar por dejar una ciudad mejor a las generaciones venideras.

Así entendemos la política municipal desde una óptica liberal. Adelgazar la administración para ser más útiles a nuestros vecinos y empresas. Bajar impuestos para que cada ciudadano elija en qué invertirlo. Promover la cultura del esfuerzo y el talento.
Perseguir la eficiencia en la gestión para que cada euro revierta en mejorar la calidad de vida y las oportunidades de nuestros ciudadanos. Nos equivocamos si desde el sector público nos empeñamos en competir con el sector privado por ver quién genera más puestos de trabajo. Esta es la política clientelar del gobierno socialcomunista, pero no la nuestra.
Un país competitivo y próspero es el que adelgaza la administración, con menos impuestos y trabas burocráticas, e incentiva el emprendimiento, la cultura del esfuerzo y el talento.
Por todo ello, le pido a Sánchez e Iglesias que miren menos a sus ombligos y más a los ojos de los españoles.
Estoy convencida que en esas miradas encontrarán un incentivo para empezar a trabajar y gestionar de una vez este país y esta maldita pandemia.
Pueden tomar el ejemplo de todos los ayuntamientos, también los de sus partidos, que se están dejando la piel mientras ellos siguen recomendándose series y jugando a las encuestas. Y, ya que estamos, pueden aprendan a diferenciar que cuando en la ficción mueren personas se llama giro narrativo pero que cuando pasa en la vida real, se llama drama.
Pónganse a trabajar y, si no quieren o no saben, hágannos un favor a todos los españoles y váyanse.

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